El abraso
El sonido de las
palabras se mezclaba con el viento yerto que se hacía pedrisco y caían a los
pies de la paciencia. En las pupilas ya no moraba el deseo, la alegría o la sorpresa,
no se conservaba la memoria de sonreír y ya ni era posible recordarlo, pues de
tantas prendas puestas y sobrepuestas, solo se alcanzaban a ver cuerpos amorfos
de espíritu inerte y pupilas llenas de vacío.
El cambio no fue sorpresivo,
el tiempo se encargó de engañarlos con el método japonés "gota a gota”. La
tierra nunca alcanzo el tan advertido "calentamiento global" por el
contrario , el desaforado capitalismo había permeado de frialdad cada latente
pecho , al punto que "sentir" fue perecedero .
Los centros
vacacionales , las empresas de turismo incluso las fábricas de trajes de baño
habían quebrado , no había tiempo para descansar ni cuerpo o lugar que
conservara calor .
La reproducción se
detuvo y las familias se fragmentaron , no era necesario recordar de dónde
venían porque al final serian todo , menos lo que fueron . Producir,
comprar, usar, desechar y repetir, esto, era vivir.
6: 00 am, abría los
ojos de golpe, la responsabilidad superaba el cansancio. Mientras estiraba los
músculos , recordó la curiosa caja , esta que al agitarla le había hecho
encoger , casi como un calambre , las comisuras de los pálidos labios , pensó
por un instante en ir al médico , esto no era común , pero tampoco lo era ir a
las clandestinas tiendas de "antigüedades" y robar lo primero que
llenaba un poco el vacío de las pupilas con un brillo de eso tan escaso ya ...
de curiosidad .
-Seguramente el
doctor me tildara de sensible , perdería el trabajo ...
Intento olvidar la
curiosidad , una , dos , tres veces , ocupándose de la pila de papeles ,
pero seguía encogiéndose aquella comisura , quebrando la piel seca del labio
inferior ...
Aquello que
incomoda la quietud no la devuelve hasta que se haya culminado , entonces con
lenta determinación , metió la mano en el bolsillo , sacó la pequeña caja y
junto las cejas
"Cerillos"
-¿Cerillos?
volvió a agitarla y
sonrió de nuevo . Se percato de no tener ningún espectador, se llevó la mano izquierda
a la boca, se sentó en el sofá, apretó los ojos y como una sucesión de
fotografías recordó que aquel sonido acompañaba su remota infancia cuando
escondida en una esquina de la habitación, callada y ansiosa, quemaba un
"cerillo" tras otro frente a sus ojos. Asustada porque su madre no la
atrapara en tal travesura , disfrutaba del calor que le chamuscaba las puntas
del capul , de ver la cabeza del fósforo consumirse , el gusto por ese único
aroma y al terminar con la hazaña , se limpiaba el color del cenizo negro
placer que le quedaba en la punta de los dedos y la nariz .
10:00 am , con una
mano apretada dentro del abrigo y la otra sobre el escritorio ,
conservaba la sorpresa de a quien luego de años sin ver le implantan una
fresca mirada .
La saco con cautela
, con ayuda del índice empujo el lado superior de la caja , donde se
encontraban nuevos y bien conservados fósforos de cabeza azul .
friccionada con la
superficie rasposa del lado derecho de la caja se encendió un destello de
chispa , el característico sonido y la llama le avivaron de nuevo el alma
... Se consumió, ¡AUSH!,
tal expresión alertó a todos quienes laboraban en la oficina, "alertó"
... al cabo, todos
se habían maravillado con la antigüedad.
Recordaban el sabor
del chocolate, fantásticas comidas familiares, otros empezaron a asociar tal
pequeño calor con abrazos paternos que devolvían seguridad, con el recuerdo de
labios tibios y manos sudorosas de jóvenes aventuras ... Entonces retomando la
condición animal, se despojaron de las prendas olvidando el frío. Quedaron en
el suelo, corbatas y tacones, medias y cinturones, bufandas, guantes, abrigos y
más abrigos. Solo se divisaban cuerpos sobre cuerpos sumergidos por una lumbre
de calor, "Calor humano".
12 :10 Am,
Una incontrolable
pira producida por un pequeño cerillo, había incinerado cada uno de los papeles,
muebles y cuerpos que laboraban en la importante oficina Detroit Inc.
Abrazados y
abrasados murieron consumidos por la vehemencia y aunque este sentimiento de
euforia es patógeno y perecedero, devuelve la vida alcanzando la muerte.
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